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Página personal de Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA  

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1998 (47) «Jesucristo, Sacerdote y Rey: una escultura de Julio Vicent», en Rev. El Dintel, nº 4, Huelva, 1998, págs. 17-19

Jesucristo, Sacerdote y Rey: una escultura de Julio Vicent

 

            Dos Cristos crucificados onubenses tienen en común el ambiente sacerdotal en que son venerados, además de la anecdótica coincidencia de los apellidos de sus autores —Vicent, pues fueron obra de padre e hijo, Julio y José Luis—: son los Crucificados del Seminario Diocesano y del Monasterio de Oblatas de Cristo Sacerdote. Nos ocupamos hoy del primero.

            La talla escultórica, que preside la Capilla del Seminario Menor, evoca a Cristo, que extiende sus brazos en la cruz en gesto de sacerdote eterno. David había profetizado en el Salmo 109 la naturaleza sacerdotal del Mesías: «El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec»[1]. Fue aquel antiguo rey de Salem quien bendijo a Abraham, y presentó a Dios la ofrenda de pan y vino[2]. El autor de la Carta a los Hebreos ve en Cristo el Mesías de las promesas, que es proclamado Sacerdote a semejanza de Melquisedec, cuando ofreció su vida en la cruz: «Cristo no se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy". Como también dice en otro lugar: "Tú eres sacerdote eterno a semejanza de Melquisedec". El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, aprendió sufriendo a obedecer, y, llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para cuantos creen en Él, proclamado por Dios Sumo Sacerdote "según el orden de Melquisedec"»[3].

 

Cristo, Sacerdote y Rey.

Escultura en madera en su color, levemente tintada en cabellera y barba, y dorada en perizoma y corona. Mide 1,59 m. Obra de Julio Vicent Mengual y  Manuel Collado. Madrid, Talleres de Arte Granda. 1930-1939 / 1960. Se encuentra en la Capilla del Seminario Menor de Huelva[4].

            Su finalidad de imagen de culto en un centro de formación sacerdotal potencia el sentido teológico de la ofrenda sacerdotal y de la realeza de Cristo desde la cruz.

            Es un Cristo en majestad, dispuesto sobre la cruz, a modo de trono; despegado del madero, como en levitación. La cruz es plana, de madera en su color, con el stipes superior mediano, al que se fija la tablilla plana del títulus, cruciforme, con hendiduras en cola de milano, sobre cuya superficie aparece pintado el acróstico latino en rojo y negro. Tiene cuatro clavos y suppedáneum. Carece de potencias y de corona de espinas; en cambio, ostenta corona real, mural ochavada, en madera dorada. Luce ancho perizoma, que cubre desde la cintura hasta las rodillas, formando pliegues rectilíneos, de paños mojados, con caída al centro.

            Se le representa joven, vivo, sereno y majestuoso, con la cabeza erguida, levemente flexionada hacia adelante. Al contemplarlo, parecen sonar al fondo las notas gregorianas del himno de Venancio Fortunato: Vexilla Regis prodeunt, fulgit Crucis mysterium, quo carne carnis Conditor suspensus est patibulo: Avanzan los estandartes victoriosos del Rey, refulge el misterio de la cruz, en cuyo patíbulo pendió en carne el mismo que fue el creador de la carne[5]. La actitud del Rey y Señor se muestra en el rostro pacífico, expresión de la obra consumada[6]. Sus ojos miran hacia abajo, en actitud de atención y de escucha. La cabellera está partida en dos, cayendo en guedejas onduladas sobre ambos hombros, y terminada con caracolillos que recuerdan los modelos románicos. En la barba, de mediano tamaño, se repite la fórmula de los rizos acaracolados. Los brazos, rectos, en 180º, se disponen paralelos al patíbulum, más en actitud de abrazo universal que de soportar el peso del cuerpo. Las manos, despegadas del madero, están abiertas, con los dedos unidos.

            El torso es enjuto, sin signos de esfuerzo; el vientre plano, con los relieves musculares marcados con sobriedad; las caderas estrechas, las piernas rectas y paralelas, sin flexionar; las rodillas juntas, sin heridas; los pies paralelos. Torso y miembros parecen dispuestos para ser inscritos en un rectángulo alargado, paralelo al madero vertical de la cruz.

            El color es el natural de la madera, levemente tintada en cabellera y barba, y dorada en perizoma y corona. El tono de la madera, con una casi total ausencia de nudos e imperfecciones, se asemeja mucho al de la piel. Notemos la carencia de sangre, hematomas y signos cruentos, salvo las heridas de los clavos en pies y manos.

            En definitiva, una composición de absoluta frontalidad, de abolengo románico, propia de Cristo en Majestad, al que se unen rasgos y fórmulas estilísticas del mismo origen, como son los extremos rizados de las guedejas, la corona mural, el ancho y rico perizoma. Vicent se inspira en la severa majestad del arte románico, tanto en la composición como en las fómulas decorativas,  pero supo dotar a la figura de inspiración y vida propia, totalmente en línea con la filosofía de Granda: dignidad, religiosidad, popularidad y simbolismo. Sin embargo, el correcto uso de los conocimientos anatómicos, y la libre interpretación del modelo medieval, dotan a esta figura de una gran frescura y modernidad.

            En un costado al pie del stipes, una chapa metálica dice; «Talleres de Arte GRANDA, S.A. / Agustín Bethencourt, 15. Teléf. 350909. MADRID». Otra chapa, en el suppedáneum, señala la cifra o código: «1983», que corresponde al número de modelo, no al año. Según información de los Talleres de Arte[7], la talla del Cristo del Seminario de Huelva fue realizada por Julio Vicent Mengual para Talleres de Arte Granda posiblemente en los años anteriores a 1936, o quizás en el último año de su vida, 1939-1940. Por la cifra reflejada en la imagen, se trata de una reproducción del original, realizada por el artista en escayola, que se encuentra en los talleres de Madrid. Hay constancia de que se han realizado varias reproducciones, aunque posiblemente no más de seis en esas mismas dimensiones, materiales y características. La talla en madera fue realizada por el equipo de talla, dirigido por Manuel Collado.

 

Julio Vicent Mengual (1891-1940). Talleres de Arte Granda.[8]

            Al finalizar la construcción del Seminario Mayor de Huelva, el gran proyecto del primer obispo de la Diócesis, Mons. Cantero Cuadrado, se acudió a los Talleres de Arte Granda, en 1960, para completar su ajuar litúrgico. «Hacer un arte impregnado del olor de Cristo, saturado de recuerdos del pasado, donde el espíritu bíblico palpite, y que este arte sea vivo, por estar unido al tronco de las tradiciones, y porque, siendo del pasado, corresponda a las necesidades del presente: tal es mi deseo». Así se expresaba el padre Félix Granda en el catálogo de 1911[9].

            Desde  sus inicios, Granda había tomado como lema el versículo 8 del Salmo 25: «Domine, dilexi decorum domus tuae», que él parafraseaba así:«Señor, he amado la hermosura de tu casa; me seduce el ideal de emplear todas mis fuerzas en embellecer tus templos y tus altares»[10].

            Granda se sitúa en la línea del movimiento de renovación del arte litúrgico, que, a mediados del siglo XIX parte de la abadía benedictina de Beuron, y se continúa en las primeras décadas de nuestro siglo en la abadía de Maria Laach, en diversos talleres franceses, inspirados por el abate Abel Fabre,  en la Scuola Beato Angélico de Milán, dirigida por monseñor Polvara, o en las obras del abate Croy, de Bélgica. Toda la filosofía del arte sacro del padre Granda se resume en cuatro palabras: dignidad, religiosidad, popularidad, simbolismo. Granda supo rodearse de las mejores firmas del panorama artístico español, en cada uno de los diversos géneros que intervienen en la ornamentación sagrada. Consiguió, con ello, aunar la selección del mejor estilo tradicional con la vitalidad propia de los creadores contemporáneos.

            Entre los muchos afamados artistas que colaboraron en  los Talleres de Arte, figura Julio Vicent Mengual, que ocupa un puesto notorio en la escultura del siglo XX español[11].

            Julio Vicent nace en Valencia el 9 de mayo de 1891, y muere en Madrid el 28 de julio de 1940[12]. Aprendió los rudimentos del arte en talleres de imaginería valenciana, perfeccionándose en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos. Se inicia como escultor en los talleres de Romero Tena y de Pío Mollar. Como los jóvenes artistas de su tiempo, sintió el peso de la tradición romántica y pintoresca, con un lenguaje enfático, detallista y anecdótico. Pero percibe también las nuevas corrientes que provienen de Italia y de Francia.

            En 1914 obtuvo una pensión para ampliar estudios, dando como primer fruto la obra "Ensueño", por la que mereció la Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid. Con 28 años tuvo acceso al profesorado de la Escuela de Artes y Oficios, mientras continuaba trabajando en los talleres de Pío Mollar. En 1920 obtiene la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, con su obra "Amanacer".

            Se traslada a Madrid, donde se integra en el equipo de artistas de Talleres de Arte, trabajando al lado de los también valencianos José Capuz Mamano, Ramón Mateu y Rafael Bargues, especializado en la talla del marfil. Es oportuno aludir a que fue éste el ambiente en que se formó el escultor onubense Antonio León Ortega, quien tenía intención de volver a Madrid, a trabajar con Capuz en los Talleres de Arte, una vez acabada la contienda civil. 

            Manuel Silvestre Montesinos destaca en el arte de Vicent la amplitud de temas y de materiales: no se limitó a la talla en madera para motivos religiosos, sino que trabajó en piedra o mármol, y en temas profanos, y en todos ellos «supo captar la sutileza de una rica inspiración o los valores de psicología o de una delicada significación simbólica para dar vida y sentido a sus figuras o sus temas»[13].

            Siendo catedrático de Talla en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, le sorprendió la muerte en 1940, a la edad de 49 años. Su hijo, José Luis Vicent Llorente ingresaba en dicha Escuela al año siguiente, en 1941.

            En su obra hemos de mencionar sendos Cristos para Córdoba y para Colmenar Viejo, y el retablo de la iglesia de Chamartín de la Rosa; para Valladolid, los relieves exaltatorios del Padre Hoyos, el Via Crucis y los bronces que completan el altar dedicado al recuerdo de los caídos en la Guerra Civil; Virgen del Carmen, para la parroquia de Chamberí; Santa Teresa, en el edificio de las Carmelitas, de la plaza de España, de Madrid; escultura en el Monte de Santa Tecla, de La Guardia; panteón de Rafael Sánchez, en la iglesia de la Concepción, de Madrid; bustos de Vicente López, Muñoz Degrain, María Guerrero, Lope de Vega, del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y el relieve con el tema de Fuenteovejuna, en el Museo de Arte Moderno, por el que obtuvo el máximo galardón en la Exposición Nacional de 1935.

 

Conclusión

 

            Se trata, pues, de una obra madrileña poco conocida en Huelva, muy diferente de la imaginería pasionista andaluza, pero de singular belleza y profundo contenido teológico, razones por las que viene a enriquecer el repertorio de la iconografía cristológica onubense.

                                                                               Manuel Jesús Carrasco Terriza

                                                                                        Doctor en Historia del Arte


 

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[1] Salmo 109, 4

[2] Gen 14, 18

[3] Heb 5, 5-9. Cfr. OCÁRIZ, F., L.F. MATEO SECO, J.A. RIESTRA, El Misterio de Jesucristo, Pamplona, 1991, págs. 235-239.

[4] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, La escultura del Crucificado en la Tierra Llana de Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 2000, págs. 377-379. [Escultura e Iconografía de Cristo Crucificado en la Tierra Llana de Huelva. Tesis doctoral en Historia del Arte, dirigida por el Prof. Dr. D. Juan Miguel González Gómez. Universidad de Sevilla, 1996, t. II, págs. 935-939.]

[5] Liturgia de las Horas. Himno de Vísperas de Semana Santa. Cfr. RIGHETTI, Mario, Historia de la Liturgia, t. I, BAC Madrid, 1955, pág. 770. PASCHER, J., El Año Litúrgico, BAC Madrid, 1965, págs. 102-103.

[6] Jn 19, 30

[7] Arch. Part. Carrasco Terriza. Carta de Ana Ledesma Domínguez, Directora General de Talleres de Arte Granda. Madrid, 1995, junio, 19.

[8] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús,  La escultura del Crucificado en la Tierra Llana de Huelva, o.c., págs. 215-217 [Escultura e Iconografía de Cristo Crucificado en la Tierra Llana de Huelva, o.c., t. II, págs. 637-661.]

[9] GRANDA, Félix, Catálogo, Madrid, 1911, pág. 29.

[10] ZURBITU, Demetrio, S.I., Los "Talleres de Arte" y la renovación del arte litúrgico, Madrid, 1929, pág. 9.

[11] GAYA NUÑO, Juan Antonio, Arte del siglo XX, en Ars Hispaniae, vol. XXII, Madrid, 1977, pág. 89.

[12] SILVESTRE MONTESINOS, Manuel, Semblanza de la vida y obra de Julio Vicent, Discurso de toma de posesión como Académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia, Valencia, 1982, pág. 9.

[13] SILVESTRE MONTESINOS, Manuel, o.c., pág. 13.