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Página personal de Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA  

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2009 (108) "El retablo de Ntra. Sra. de las Angustias de Ayamonte, restaurado por Ágora, S.L.", en BOOH 395 (en.-mar. 2009) 73-80.
ISSN 1887-8970.

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NOTAS DE ARTE

EL RETABLO DE LAS ANGUSTIAS DE AYAMONTE, RESTAURADO POR “ÁGORA, S.L.” DENTRO DEL PLAN ANDALUCÍA BARROCA

Manuel Jesús Carrasco Terriza

 

    

 

 

 

         Dentro del Plan “Andalucía Barroca”, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, estaba prevista la restauración de un inmueble, un órgano y un bien mueble por provincia. En Huelva fueron restaurados el órgano de Castaño del Robledo (ver BOOH, 392 [abril-junio 2008] 183-188), y las fachadas de la iglesia parroquial de Valverde del Camino (ver BOOH 393 [jul.-sept. 2008] 259-267). El bien mueble elegido fue el retablo mayor de la parroquial de Las Angustias, de Ayamonte, al que se añadió el retablo de la capilla de Jesús, de Bollullos. Ambas intervenciones fueron adjudicadas a la prestigiosa empresa “Ágora, Restauraciones de Arte, S.L.”, dirigida por Bárbara Hasbach Lugo y Juan Aguilar Gutiérrez.

 

La Iglesia Parroquial de Las Angustias de Ayamonte

            En los últimos veinte años, el templo de las Angustias ha sufrido tres restauraciones. La primera se inició en 1987, por iniciativa de la Consejería de Cultura, y ejecutada por la empresa Cles de Mantenimiento, S. A., con tan mala fortuna que los techos quedaron al descubierto mientras caían las aguas del otoño, con lo que se causó un notable daño a la artística armadura del templo y a los retablos. En 1989 se encarga un nuevo proyecto, cuyas obras se iniciaron el 2 de septiembre de 1991. En este caso, fue contratada la empresa Joaquín Pérez Díez. Se reparó la cubierta de la capilla mayor y el tejado pasó a ser sustentado por una nueva estructura metálica; aparecieron sillares en los arcos de las cabeceras, que revelan los primeros pasos de la construcción del templo; se reparó el interior de la torre, solado de la terraza, colocación del pararrayos; se desmontó la tribuna del coro, y se solaron de nuevo las tres naves, colocándose zócalos de mármol. La Hermandad de Ntra. Sra. de las Angustias, con motivo de la coronación canónica de la venerada imagen, promovió las reparaciones complementarias, que no estaban contempladas en el proyecto1.

            No obstante, el daño sufrido por el maderamen de las cubiertas ponían en peligro la estabilidad del edificio, con el consiguiente riesgo de las personas. Por lo que nuevamente hubo que cerrar el templo, hasta que, bajo la dirección del arquitecto Ángel Luis Candelas, se arbitró una solución de emergencia, que permitió reabrir el templo. Finalmente, en 2005 se acometió la reparación integral de las cubiertas de madera, bajo la dirección del mismo arquitecto, especialista en estructuras lignarias. Las obras estaban terminadas el 26 de julio de 2006.

El retablo mayor de la parroquial de Las Angustias

            Se trataba ahora de restaurar el importante retablo que cubre la cabecera del templo, de testero plano, en cuyo camarín central se venera la titular del templo y patrona de Ayamonte, la Virgen de las Angustias Coronada.

La arquitectura del retablo, 1644-1652.

            El retablo mayor (12,72 x 8,66 m.) fue tallado en madera de roble, con relieves de castaño y pino, todo dorado y policromado. Fue contratado el 11 de octubre de 1644, con el escultor sevillano Matías Fernández Cardoso, por el mayordomo de fábricas de la parroquia, el licenciado Pedro Díaz Cordero. En él se confirma el pacto otorgado en Ayamonte, ante el escribano público de la villa Melchor Ruiz Cortés, el martes 3 de mayo del mismo año, y se estipula que hará el primer cuerpo del retablo “a el plaço y con las condiciones y en la forma que está dispuesto por la traza fecha para el dicho efecto”2. La obra se entregaría en 1645, por el precio de 1.550 ducados de vellón3. El mayordomo de fábrica se obligaba a entregar gratuitamente a Fernández Cardoso seis trozos de madera de cedro que estaban en dicha iglesia, y pagar la parte de albañilería. En 1647, dicho mayordomo abonaba al escultor y ensamblador la cantidad de 1.779 reales, resto del precio en que se había concertado “el tercio del quadro que está puesto y asentado en el altar mayor de la dicha iglesia”4. El retablo se fue pagando con limosnas de la feligresía, de los viajeros a Indias, y con la limosna de Francisco Suárez Salgado, cura beneficiado de Santo Domingo de Olmo (Perú)5.

            Matías Fernández ejecutó la parte a la que se había comprometido, según las pautas de la retablística sevillana – romanista, purista o protobarroca– de la primera mitad del s. XVII, en la que brillaron los grandes maestros Juan de Oviedo, Juan Martínez Montañés y Diego López Bueno, entre otros6.

            En 1652, el nuevo mayordomo de fábrica, Juan Rodríguez de Aroche, contrató la continuación del retablo con el maestro ensamblador de Sanlúcar de Barrameda, Andrés Díaz, ante el escribano de Ayamonte Juan Bautista Valmaseda, el 23 de septiembre de 16527. El artista se obligaba a hacerlo siguiendo la misma traza diseñada por Fernández Cardoso, con los mismos materiales -cedro y borne-, y en el plazo de un año8. En 1658 el tallista ya había fallecido, y su viuda, casada de segundas nupcias con Antonio Bellerino, vecino de Sanlúcar, reclamaba se le pagara la deuda por la construcción del retablo9.

Los relieves del programa iconográfico, 1688.

            En un inventario parroquial de 1675 se describe la situación del retablo: es de tres cuerpos, con columnas y diferentes labores de talla, sin dorar, “en el cual están diferentes imágenes de pintura sobre lienzo”10. Es decir: la arquitectura aparecía en madera en su color, y las escenas pasionistas estaban resueltas mediante cuadros pictóricos, y no en relieve, como lo conocemos hoy.

            Sustituir las pinturas, que tal vez no serían de gran calidad, por relieves fue iniciativa de Manuel González de Aguilar, mercader ayamontino que hizo su fortuna comerciando con las Indias. Gracias a sus contactos con la ciudad de Cádiz, trajo a un maestro italiano allí afincado, Doménico della Torre, para ejecutar el programa iconográfico. El 23 de marzo de 1688, en Ayamonte, ante el escribano Juan Bautista Balmaseda, firmaron la escritura de obligación el escultor Domingo de la Torre y su fiador, el capitán Antonio Henseler, y, en nombre de Manuel González de Aguilar, el presbítero Juan del Río Gijón. El escultor se comprometía a hacer en ocho meses los ocho cuadros para el retablo de la capilla mayor de Ntra. Sra. de las Angustias, “de las mismas imágenes que están de pintura en él y del alto y ancho que tienen, y han de ser de medio relieve”, en madera de castaño. El precio fijado fue de 1.500 reales de vellón11.

            El dorado se llevó a cabo inmediatamente después, en 1689-1690, cuando se reunieron los 28.600 reales que costó. El trabajo fue encomendado al maestro dorador de Sevilla Antonio Gallardo, una vez que el citado escultor, Domingo de la Torre, repuso algunas piezas que faltaban12

            El retablo, adaptado al testero plano, está concebido al modo conocido como de “casilleros”, según la tipología gótica y renacentista, con predominio total de las escenas narrativas y catequéticas. Consta de sotobanco, banco y tres cuerpos superpuestos, o, si se prefiere, de dos cuerpos y un ático muy desarrollado. Como queda dicho, el inferior es obra de Fernández Cardoso, y los dos superiores son de Andrés Díaz. Los cuerpos se dividen, mediante columnas pareadas de fuste estriado y capiteles corintios, en tres calles. Los espacios del cuerpo inferior se cierran con arco de medio punto, mientras que los del segundo y tercero son adintelados. Sobre las columnas corre el entablamento y la cornisa, que se interrumpen al centro por sendos frontones partidos; el inferior, partido y curvo, con dos virtudes recostadas, y el superior, triangular. Sus elementos ornamentales más destacados son: roleos, guirnaldas de flores y frutos, cartelas, frontones curvos y triangulares partidos, querubines, etc.

            El programa iconográfico, originalmente en pintura y luego en relieves de Doménico della Torre, relata las escenas de la Pasión de Cristo, y viene a ofrecernos el contexto de las angustias sufridas por la Madre Dolorosa, que ocupa el camarín central. En el primer cuerpo, la Oración del Huerto y el Prendimiento, escena de la que destaca San Pedro cortando la oreja a Malco. Las escenas del segundo cuerpo nos muestran la Coronación de Espinas, o el Escarnio, y la Flagelación, que flanquean la escena central: la Soledad de María, al pie de la cruz vacía, acompañada de San Juan y de la Magdalena, mientras aún permanecen en sus cruces los dos ladrones. Finalmente, en el tercer cuerpo se representa el Ecce Homo y el Camino del Calvario; al centro, el Padre Eterno, y el Espíritu Santo en una gloria de querubines.

            Como curiosidad, anotemos que, en el proceso de restauración del retablo, se ha comprobado la existencia de relieves por el dorso de las seis tablas laterales, de los que teníamos noticia por el testimonio oral del Dr. Hernández Díaz. La talla en relieve era muy tosca, y fue rebajada para su reutilización.

El camarín de la Virgen de las Angustias, 1759-1763.

            En el camarín recibe culto la Virgen de las Angustias, titular del templo y patrona de la ciudad. Antes de la realización de este ámbito, la Patrona de la ciudad era venerada en el retablo mayor, sin necesidad de un hueco posterior, por ser un altorrelieve. Gracias al generoso comerciante ayamontino, Manuel Rivero, la imagen se completó de bulto redondo y se fabricó el espléndido camarín.

            Se trata de una estancia con planta semicircular, cerrada como una hornacina, profusamente decorada con tallas de madera dorada y policromada, cornucopias, espejos y medallones en relieve, distribuidos en franjas o cascos que parten del suelo y se cierran en el vértice del arco, que hace de embocadura del retablo. A él se accede por dos puertas laterales, que se decoran con un marco de rocallas, y dos medallones en forma de ostensorio, con un círculo de nubes y rayos radiantes, en cuyo interior aparecen símbolos pasionistas: el martillo y las tenazas, y la columna con el gallo, en una; los tres clavos y la corona de espinas, y los flagelos y la jofaina, en la otra. El absidiolo se decora en su parte inferior con los bustos en relieve de los evangelistas San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, en los ángulos, y, en el centro, los de San Pedro y de Santa María Magdalena, ambos penitentes. A la espalda de la imagen titular, se abre un nicho, previsto en principio por su donante para una imagen de Santa Teresa de Jesús, entre dos grandes espejos enmarcados en rocallas. En la parte superior, el sol y la luna, entre nubarrones, con rostro antropomorfo y gesto doliente. Las facetas del camarín van cerrándose, formando una bóveda de paños triangulares, recubiertos de tarjas de rocallas y guirnaldas colgantes. En la clave, entre el sol y la luna, aparece coronado un corazón rodeado de querubines y de un círculo de nubes.

            Manuel Rivero, ya en 1752, tenía intención de construir un camarín para la Patrona de la ciudad. Recibe licencia en 1759, y tras la terminación de la obra de albañilería, accesos y demás, contrató en Cádiz a los artistas que habrían de revestir la estancia. Los trabajos fueron dirigidos por el maestro Quin­tana, y la talla en madera fue obra de José Salgado y los oficiales de su taller, realizados a lo largo del año 1760. Fue dorado en 1763 y en años siguientes13. El espléndido camarín fue destrozado en 1936, y restaurado en 193814.

La restauración de Ágora, S. L., 2006-2007.

            El mal estado de conservación general en que se encontraba el retablo estaba determinado por tres factores: el deterioro producido por las filtraciones de agua, el envejecimiento natural de los materiales, y los daños por intervenciones humanas.

            Las humedades habían deteriorado la adhesión de las capas de dorado y policromía a la madera, con infinidad de pérdidas y exfoliaciones. El humo y el polvo le habían conferido, además, un aspecto general de extremo oscurecimiento. En cuanto a la solidez de la estructura de madera, aun estando en relativo buen estado, sin peligro de desplome, presentaba numerosas piezas sueltas y desplazadas. A ello se suma un antiguo ataque de insectos xilófagos, especialmente en las zonas donde hubo mayor contacto con la acumulación de humedad. No menos importante es el daño producido por las intervenciones humanas: clavos, repintes de purpurina y de barnices, golpes, gotas de cera, y un cableado eléctrico clavado directamente a la madera del retablo, supresión del altar primitivo, etc. Al desmontar los relieves, los restauradores encontraron, en la tabla trasera del Prendimiento, una inscripción manuscrita con lápiz que dice: “Restaurado por Rafael Hilario Díaz. Año de 1889.”15

            Como exponen los autores de la restauración, se han seguido los criterios científicamente más contrastados en la actualidad. Los trabajos se han realizado con un criterio de conservación y de mínima intervención sobre la obra original, que ha sido rigurosamente respetada. El objetivo ha sido detener los procesos de deterioro con tratamientos reversibles y discernibles, encaminados a devolver al retablo su carácter original, aunque respetando la huella del paso del tiempo. Se ha consolidado y estabilizado la estructura y las capas de dorados y de policromías. Se ha realizado la desinsectación y desinfección. Se han eliminado los repintes, devolviendo, mediante una limpieza controlada y una reintegración cromática mínima, los valores estéticos, hasta entonces desvirtuados y ocultos. Al existir una gran cantidad de pérdidas de dorado y policromía, la reintegración cromática, se ha limitado a conseguir un equilibrio visual entre el original y las faltas, limitando su extensión para no crear un falso histórico. Las grandes faltas han quedado en madera vista, reponiendo el volumen únicamente en zonas muy concretas en que era necesario para no romper la visión general del conjunto16.

            Los trabajos han seguido el siguiente orden:

– Documentación fotográfica.
– Limpieza superficial.
– Estudios científicos complementarios: analíticas de materiales.
– Tratamiento de emergencia: protección y sentado de la policromía previo al desmontaje.
– Desmontaje de los relieves, de las esculturas y de los elementos del camarín.
– Tratamiento del muro, ventanas y puerta falsa del camarín.
– Documentación gráfica: dibujos y gráficos informatizados.
– Tratamiento de desinsectación de la madera: por impregnación, inyección, desinsectación y desinfección por burbuja de gas inerte.– Revisión de anclajes y ensambles de la estructura de madera.
– Consolidación de la madera.
– Consolidación estructural.
– Tratamiento del reverso de los relieves.
– Extracción de elementos ajenos a la obra: clavos, instalación eléctrica y otros.
– Limpieza de elementos metálicos originales.
– Consolidación y fijación de la policromía y dorados.
– Limpieza de la película pictórica.
– Reintegración volumétrica de pequeñas piezas, y de la mesa de altar.
– Estucado y reintegración cromática.
– Capa de protección final.
– Montaje de los relieves y esculturas, y fijación al retablo mediante pletinas y tensores.

            El resultado no puede ser más acertado, como era de esperar de una empresa del reconocido prestigio de Ágora, S. L. y de sus directores, Bárbara Hasbach y Juan Aguilar. Con ellos han trabajado los restauradores Rodrigo Hervás, Francisco Ruano, Iria Vilela, Lina García, Sara Amaro, Cinta Martín, Monserrat Martín y Carmen Sánchez Ruda. A ellos se suman los técnicos de dorado, desinsectación, análisis, iluminación y fotografía. La memoria histórica ha sido realizada por Juan Carlos Hernández Núñez y Enrique R. Arroyo Berrones. El estudio de seguridad y salud es del aparejador Fernando Villanueva. La dirección técnica, por parte de la Dirección General de Bienes Culturales, ha sido llevada por Jesús Mendoza Ponce.

            La Dirección General, dentro del Plan Andalucía Barroca, ha invertido en este retablo la cantidad de 330.000 euros. El retablo quedó presentado en septiembre de 2007, con motivo de las fiestas patronales de Nuestra Señora de las Angustias.


 

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NOTAS

 

1 ARROYO BERRONES, Enrique R., Las Angustias: Baluarte de Ayamonte, Ayamonte, Hermandad de Ntra. Sra. de las Angustias, 2000, págs. 183-198.

2 SANCHO CORBACHO, Heliodoro, Arte sevillano de los siglos XVI y XVII, t. III de Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, Sevilla, 1931, págs. 52-53. Dice: “[11 de octubre de 1643]”, pero en nota se dice que el documento es del “Oficio 4 - Miguel de Burgos - 1644 - Libro IV- Folio 460.”. Además, en el texto se dice que hará el retablo de la capilla mayor “en todo el año que viene de seiscientos y cuarenta y cinco”. Otra errata se ha producido al decir que la escritura de Ayamonte fue el 3 de marzo, cuando en realidad fue el 3 de mayo, día de la Santa Cruz, de 1644.

3 APNA, caja 143: ARROYO BERRONES, Enrique R., Las Angustias: Baluarte de Ayamonte, o.c., pág. 29.

4 SANCHO CORBACHO, Heliodoro, Arte sevillano de los siglos XVI y XVII, o.c., pág. 53.

5 ARROYO BERRONES, Enrique R., Las Angustias: Baluarte de Ayamonte, o.c., pág. 31.

6 PALOMERO PÁRAMO, Jesús M., El retablo sevillano del Renacimiento, Sevilla, Diputación Provincial, 1983, págs. 345-495.

7 APNA, Caja 163: ARROYO BERRONES, Enrique R., Las Angustias: Baluarte de Ayamonte, o.c., pág. 32.

8 Ibidem, págs. 32-33.

9 ADH, Justicia, Ayamonte, caja 8, nº 1.2.9 y 10.

10 ARROYO BERRONES, Enrique R., “El retablo mayor de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de las Angustias de Ayamonte”, en Memoria de los trabajos de conservación y restauración en el retablo mayor de la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias de Ayamonte. Huelva. Ágora, S. L., Consejería de Cultura, fol. 15; en ADH, Patrimonio, Memorias y Proyectos.

11 Ibidem, fols. 16-17.

12 Ibidem, fols. 18-20. MENGUIANO GONZÁLEZ, Arcadio, “El retablo mayor de las Angustias: nuevos datos para su estudio”, en Rev. Fiestas de las Angustias, Ayamonte, 1996.

13 PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, Alfonso, Manuel Rivero. Los encargos artísticos de un mercader andaluz del siglo XVIII, Huelva, Diputación Provincial, 2005, págs. 252-257. ARROYO BERRONES, Enrique R., Las Angustias: Baluarte de Ayamonte, o.c., págs. 99- 102.

14 Recordatorio de las Bodas de Plata del presbítero don Antonio Rasco Gamero, 6 enero 1938.

15 Memoria de los trabajos de conservación y restauración. o.c., fols. 52-90.

16 Ibidem, fol. 91.